DOLORES
Dolores fue desde la infancia la única persona en la que Magdalena encontraría refugio y consuelo, fue su confidente, la hermana que siempre hubiera querido tener, conoció en ella, ese sentimiento de amistad y entrega abnegado que solo quizá las personas que de verdad te quieren, te pueden ofrecer sin pedirte nada a cambio. Bastaba una mirada entre ambas, una sonrisa, la complicidad que tenían era tan grande que no necesitaban ni hablarse, en ocasiones resultaba casi sobrenatural, la manera que aquellas dos mujeres tenían de entenderse entre sí. Si tenemos en cuenta que ella solo tenía hermanos varones y que se refugiaba en Dolores, aunque para Magdalena era su lola, podremos comprender mejor lo que a lo largo de mi historia iré contando.
Desde muy niñas Magdalena y ella lo habían compartido todo, confidencias, apuros, penas, risas todo lo que entre dos hermanas se puede compartir, ya que para las dos, su relación, no era solo una relación de amistad, eran más que todo eso, eran hermanas.
Solían preparar juntas todos los disfraces para el carnaval, las mantillas de semana santa, las túnicas de penitentes, los trajes para la feria, que son fiestas que aunque con matices se siguen celebrando casi de igual manera que por entonces.
Lola, siempre reprocho un poco, solo un poquitín, a Magdalena la falta de confianza que tuvo para contarle lo que le estaba pasando en su primer embarazo, pero fue algo que olvido pronto, aunque siempre entre risas salía a colación en distintas conversaciones.
Cuando Lola se caso Magdalena ya tenía seis hijos, aunque lola era mayor que ella dos años.
Magdalena y José fueron los padrinos de boda de Lola y Manuel y por supuesto también los padrinos de sus tres hijos cuando nacieron años después.
Aun no lo he comentado pero era costumbre en el pueblo y sigue siéndolo aunque ya no se lleva tan estrictamente, el hecho de que cuando una pareja llevaba al altar a otra, en definitiva hacen de padrinos de boda, desde ese mismo instante el tratamiento hacia la pareja que ha casado a los novios cambia, por muy amigos que sean; de este modo en lugar de tutearse entre ellos los contrayentes pasan a llamar de usted a sus padrinos de boda, obviando además el nombre propio al nombrarles, de manera que desde el día de la boda y como ejemplo diré que lola ya no volvió a llamar a Magdalena por su nombre, la llamaba Madrina y de usted.
Su apreciada amiga, vivía en una casa muy cercana a la suya, y se visitaban casi a diario.
Al casarse Magdalena mucho antes por las circunstancias acontecidas, ya tenía ésta seis vástagos cuando Dolores celebro sus nupcias. Las hijas mayores de Magdalena, prepararon muchas de las cosas de la boda, ayudaron a Dolores y a su madre con el convite, con los preparativos de la casa, con los arreglos del ajuar etc.
Dolores pario a su primera hija al año justo de la boda, aquel parto lo atendió Magdalena. A la recién nacida la llamaron también Dolores, pero después del parto la madre quedo enferma; esto afecto muchísimo a nuestra matriarca.
Magdalena la visitaba a diario y se llevaba a sus hijas con ella para ayudarle en la casa todo lo que podía, porque Dolores quedo prácticamente postrada en la cama.
Poco tiempo después, apareció con el medico en casa de Dolores, llevada por la inquietud y la preocupación, en vista de que su amiga no terminaba de recuperarse. En aquella visita el medico exploro a Dolores y con no muy buena cara, salió de la habitación, para decirle a su amiga que ésta estaba otra vez embarazada, pero que además peligraba su vida, le conto que estaba siendo victima de una enfermedad cardiaca, que otro parto podría desencadenar una muerte súbita, muerte, que según él vendría originada por una parada cardiaca debida al sobre esfuerzo del parto.
Magdalena se echo a llorar ante tal noticia, pero secándose las lagrimas y fuerte como ella era, entro de nuevo en la habitación de Dolores con una sonrisa en la cara, celebrando otra vez con su amiga que estuviera embarazada.
Por su parte Dolores hizo lo propio ella sabia perfectamente que estaba en una situación algo comprometida y aunque sabía que su vida corría peligro, en su interior no tenía ningún tipo de miedo, de algún modo ella sabía que saldría con bien de este otro embarazo.
Poco tiempo después nació una niña de pelo moreno, de ojitos pequeños y muy azules a la que llamaron María Manuela con el tiempo se convertiría en mi abuela materna, después de este nacimiento el médico, no tu pudo omitir la información de su estado a Dolores, le dejo muy claro que si volvía a tener otro hijo moriría, se lo explico ante su esposo y su querida amiga Magdalena, y no se ando con ningún tipo de remilgos a la hora de informarles.
Pasaron un par de años y Dolores fue empeorando, mientras estaba postrada en la cama, ella se dedicaba a bordar y hacia cuadros en punto de cruz, cuadros que después se vendían o simplemente se cambiaban por víveres para la familia.
Mientras tanto la enfermedad la había dejado sin poder dar paso ya que se ahogaba al caminar, cualquier esfuerzo físico la debilitaba al máximo, tenía una dolencia cardiaca de las peores aunque en aquellos años era difícil de diagnosticar nada, tanto que era Magdalena la que se hacía cargo de sus dos niñas.
Su marido hacia lo que podía, aunque en aquella época no era costumbre de que los hombres ayudaran en las tareas domesticas, lo que sí es cierto que sabiendo que su vida corría un peligro extremo solo con el mínimo esfuerzo, de nuevo quedo embarazada. Magdalena veía empeorar a Dolores día a día, hasta que ella le confirmo la noticia de ese tercer embarazo. Desde ese mismo momento Magdalena siempre tuvo clavada en su alma una espina, un reproche para con Manuel u por muchos años que pasaron, nunca le perdono que sabiendo el estado de salud de su mujer diera lugar a que tuviese un último embarazo; éste con un resultado nefasto, ya que al dar a luz a su tercer hijo un varón al que llamaron Gabriel, Dolores murió.
Manuel su esposo quedo sumido en una profunda depresión, ya que siempre se culpo de aquella muerte, él nunca había creído al medico al cien por cien, siempre pensó que no era tan grave lo de Dolores, cuando se marchaba al trabajo, la dejaba acostada, cuando volvía la encontraba en la cama, no obstante siempre pensó que las tareas de la casa las hacia ella, que las niñas las atendía ella, jamás le pregunto si tenia dificultades para la casa y aunque parezca increíble ella tampoco le había dicho nada.
Desde que Dolores había empeorado él se lo había achacado al tercer embarazo y nunca a su situación real, por otra parte ella tampoco quiso preocuparle y nunca le dijo su estado real. En realidad solo hubiese sido cuestión de tiempo, si bien es cierto que el parto aligero la llegada de su fin, cosa que Magdalena nunca perdono a Manuel.
Para Magdalena fue un golpe muy duro, ver como su amiga se fue, la dejo destrozada, si ya era difícil sacar su casa adelante, con sus hijos, embarazada de nuevo, además haciéndose cargo de los hijos de Lola.
Aquella mujer de carácter alegre paso una de las etapas mas difíciles de su vida, pero Magdalena, volvió a salir adelante sacando asimismo a los hijos de su amiga y lo hacía, con la ayuda de sus hijas mayores, quitándose horas de sueño, como fuese, pero aquellos tres niños salieron adelante y lo hicieron gracias a ella, a su Madrina.